MENSAJE A TODOS LOS MAPUCHES URBANOS.

(PARA LELFUNCHE, UN DOCUMENTO DE TRABAJO).

 

A Chau Gnechen, supremo creador de todo lo que existe.

 

1.-      En busca de nuestra identidad, como pueblo, dentro del contexto actual en el que vivimos.

                   Para conocer cuál es nuestro rol tanto en forma individual como organización mapuche, debemos darnos respuesta a tres preguntas fundamentales:

Cada uno de nosotros venimos de los campos, de las tierras al sur del Bío-Bío, venimos de la cordillera, de la costa, del valle centra, en fín, de todas las latitudes en que sopla el viento en nuestra tierra (meli mixaan mapu).

Salimos de nuestras actuales comunidades o “reducciones” en busca de mejores horizontes para nosotros, para nuestros hijos, porque la poca tierra que nos dejaron los winkas ya no nos permite seguir desarrollándonos como un pueblo. Si bien es cierto que siempre estamos mirando hacia el sur, hacia nuestros orígenes, muy pocos de los nuestros volverán. Nuestra tierra ya no nos pertenece.

Nosotros somos un pueblo entre los pueblos (ka che mley mapumu ichiñ mapuche che ka fey).

Nosotros somos mapuches urbanos. Hemos elegido vivir en la ciudad de Santiago. Somos dignos descendientes de Pelantraru, de Lautaro, de Fresia y de otros hombres y mujeres mapuches que lucharon a muerte por defender su libertad y su patria. Somos descendientes de la raza que resistió a la dominación española y que luchó por mantener sus ideales también en contra de la dominación del Estado de Chile.

Debemos estar orgullosos de haber resistido a la dominación española, sin embargo, debemos admitir que fuimos derrotados por el Estado de Chile, pero no hemos sido vencidos. En nosotros la sangre mapuche vive y duerme, y nos corresponde a nosotros hacer despertar el newen de nuestros ancestros (kuifi), para que nuestra sangre despierte en nosotros, en nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos y se haga cada vez más fuerte y más noble.

En Santiago, nos hemos convertido en un pueblo nómade, sin tierra... Sin embargo, creemos en la necesidad de rescatar la sabiduría y la cultura de nuestros antepasados. A Santiago hemos venido a luchar con las propias armas del winka, hemos venido a disputar sus trabajos, hemos venido a aprender su conocimiento, hemos venido a conquistar un futuro mejor para nuestros hijos. Aprendamos del winka, el conocimiento nos hará poderosos. Sólo con el conocimiento romperemos la segregación racial solapada de que somos objeto, sin olvidar jamás que somos mapuches.

Sin embargo, cuando digo que el conocimiento nos hará poderosos, no dejo afuera aquel conocimiento que descubrieron y acumularon nuestros antepasados, en todos los campos del saber. Este conocimiento debe recogerse, escribirse y traspasarse para la grandeza de nuestro pueblo (otros pueblos en el mundo escribieron sus tradiciones en piedra, para que el tiempo no las borre ni sus hijos la olviden y ellas duran hasta hoy día). Escribamos este conocimiento ahora, cuando todavía existen ancianos mapuches que nos pueden entregar la tradición oral. Mañana puede ser muy tarde.

También debemos reconocer el hecho de que algunos de nosotros hemos tomado esposas/esposos winkas y nuestros hijos son champurria, sim embargo, la sangre de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos también es y será mapuche y velaremos porque ellos sepan sobre sus ancestros y se sientan orgullosos de ser mapuches.

Al igual que nuestros antepasados que soñaron con ir a luchar a la propia España, en contra de la corona española, nosotros debemos sonar con conquistar el mundo, para escribir nuestros nombres en las páginas de la Historia Universal.

Hacia el rescate de nuestras tradiciones.

Las tradiciones se deben rescatar porque ellas son útiles para seguir creciendo y desarrollándonos como individuos y como pueblo. Las tradiciones transportan mucho del conocimiento de nuestros antepasados.

Está claro que hay una lucha por delante y hay triunfos que alcanzar, pero la mayor victoria que puede alcanzar un hombre es la de vigilarse y vencerse a sí mismo, o lo que es lo mismo, de superarse a sí mismo.

También queda claro que, no son las armas antiguas las que nos darán la victoria. En este tiempo, sólo es posible conquistar con las armas del conocimiento y la conciencia.

Somos pueblo entre los pueblos. Para no desaparecer como otros pueblos aborígenes, que fueron exterminados moral y físicamente, debemos conservar nuestra identidad mapuche luchando por seguir teniendo:

·        Una religión.

·         Un idioma.

·        Una sangre.

·        Una historia.

Todo lo que ha de hacerse, debemos hacerlo nosotros mismos. No esperemos que el Estado de Chile haga algo. A estas alturas ya no debiera ser motivo de discusión el proponer quién debe o no debe hacer las cosas.

 

Hacia el rescate de nuestra religión.

Todo sueño es una realidad que tarde o temprano se materializa. Todo lo que existe, está aquí sólo por el hecho de que alguien lo soñó. El peuma está con nosotros.

La religión de nuestros antepasados es una religión viva, llena de fuerza y esperanzas, de continua lucha a favor del bien y en rechazo de las fuerzas dominadoras y destructoras que llamaremos mal. Nuestros antepasados no necesitaban tener intermediarios para elevar una plegaria a Chao Gnechen y a los otros espíritus del bien. Era cada uno de los jefes de familia quiénes oficiaban y ofrendaban a Chao Gnechen por la buena caza, por la buena cosecha, por la buena crianza, por la salud, etc.

Debemos limpiar nuestra religión, eliminando las influencias que determinados credos religiosos han pretendido incorporar en la mente de nuestro pueblo. Para nosotros ya debiera estar claro que la incorporación de otras religiones “occidentales” fue hecha por quienes han querido abasallar al pueblo mapuche.

Debemos considerar y examinar cada una de las ceremonias, por pequeña y modesta que ella sea.

Debemos rescatar y escribir cada una de nuestras ceremonias y hacer con ellas El Libro de la Tradición Antigua. Los ancianos y machis de hoy aportarán los detalles finos, las leyendas e interpretaciones que clarifican su contenido.  No tengamos miedo de escribirlas, siempre estarán a resguardo de su contenido esencial, puesto que podrán comprenderlas sólo quienes vivan la experiencia de las ceremonias y sean tocados por el espíritu.

 

Después del Libro de la Tradición Antigua, los ancianos y machis crearán el Libro de la Nueva Tradición, que contendrá las adaptaciones necesarias de las ceremonias antiguas a nuestro actual estado de vida en la ciudad, pero guardando el contenido esencial. Debemos hacer de cada mapuche de nuestro pueblo, un giñatufe.

Hacia el rescate de nuestro idioma.

Hoy día, muchos de nuestros peñi  y lamien han perdido el mapuchedungun. Es necesario enseñarlo a nuestros peñi y pichipeñi que nacieron en la ciudad o que olvidaron cómo se hablaba. Debemos hacer escuelas para enseñar el idioma, para que aprendamos nosotros y nuestros hijos.

 En el inicio y en el término de todas las ceremonias, el menor de los adultos y el mayor de los adultos debe hacer una plegaria corta a Chao Gnechen, pidiendo por el buen desarrollo de la misma y su buen término.

Estas plegarias, en lo posible podrán ser en mapuchedungun y en castellano.

 

Hacia el rescate de nuestra sangre.

En nuestras organizaciones, serán cosiderados mapuches:

·        Todo aquel que lleve un apellido mapuche, ya sea por parte de madre o por parte de padre.

·        Todo aquel  que pueda demostrar que tiene un ancestro mapuche, por parte de madre, y que declare ante la organización que es mapuche y que se siente mapuche, y que se adhiere a la causa de nuestro pueblo.

·        Todo aquel que la organización le dispense el honor de ser considerado como mapuche.

En las ciudades, los mapuches nos encontramos dispersos y algunos están deprimidos, perdidos y abrumados por las duras condiciones de vida. Sepamos acoger a todos nuestros hermanos que lleguen a nuestras organizaciones, no importa si no saben hablar mapuchedungun. Aprendamos a respetarlos. Hablemos en los dos idiomas conocidos. No los marginemos, por cuanto ellos son parte de nuestro pueblo  que debemos rescatar y podrían ser un gran aporte.

Vayamos a los colegios de las comunas en donde están los hijos de nuestro pueblo. Invitemos a ellos y a sus padres a incorporarse a nuestras organizaciones. Hagamos de cada mapuche urbano un militante de nuestro pueblo, un hombre culto, un hombre sabio, un giñatufe.

 Es importante incorporar también, la idea de eliminar los vicios que pesan sobre nuestro pueblo, tal como es el caso del vino. Estos vicios fueron traídos por el invasor y se emplearon eficazmente para adormecer a nuestro pueblo.

 

Santiago, 15.08.2000                          Eleaser A. Millaleo B.

                                                         emillaleo@tutopia.com

Joyas Mapuches.

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